martes, 8 de noviembre de 2011

al menos estoy en mi insano juicio.

Tiene tantas cosas adentro que si acumula un gramo más de carga probablemente le entren ganas de pegarse un tiro y acabar con todo.
Empezó a tragarse detalles que no le gustaban, por no discutir, poco a poco se sentía mal, y no lo decía, por no preocupar al resto... una y otra y otra caja para su mochila, que al final le terminaba produciendo dolor de espalda de tanto peso.

Ella nunca quería incordiar, siempre rehuía las peleas y quería estar bien con todos... pequeña ilusa, creía que puede llevarse bien con todo el mundo... ojalá fuera tan fácil.
Porque existen personas que, por más esfuerzo que hagamos y ganas que le pongamos, es así, porque no hay conexión posible. Pero igualmente, ella nunca quería discusiones, siempre se callaba el 90 % de lo que pensaba, por miedo a decir algo fuera de lugar.

Claro que llegó ese día. Llegó el día en el que el agua le llegó hasta el cuello, y ahí se dio cuenta de que no era posible vivir así.. empezó a entender a toda esa gente que tenía peleas, que discutía con gente y que no se callaba nada... vale, quizás era otro extremo, y los extremos nunca son buenos. Quizás fue él, el que le enseñó un mundo nuevo lleno de posibilidades que nunca se había atrevido a ver, sí, quizá fue cuando apareció él...
Cayó en la cuenta de que no podía seguir así, no era un plan sostenible, porque o sacaba algo de lo que tenía dentro,o sin duda alguna, iba a explotar. Tenía que empezar a resolver viejos problemas, viejos nudos que se le habían quedado atrancados muy dentro y que como nunca había desatado, los había guardado todos en un viejo cajón de su corazón. Lleno de polvo y medio rotos, fue abriendo poco a poco esos cajones, y cogiendo uno a uno esos nudos atados con fuerza, volviendo atrás, solucionando lo que tanto le había dolido y que había bloqueado para no sufrir. Así, poco a poco, y con alcohol en mano para las heridas que volvía a abrir, fue sanando todos los arañazos, las caídas, los golpes, las lágrimas que había derramado en un rincón de su habitación para que nadie se preocupara por ella... y cada vez pudo respirar un poco más hondo, y cada vez, se sintió un poco más viva, con más ganas de seguir y de limpiar los muebles de los que ya había quitado esos problemas viejos, que, con el tiempo, hasta habían perdido su importancia, esos que parecían monstruos que había crecido cada día mas, se habían convertido en pequeñas cajas fáciles de transportar.

Porque bloquear los problemas, cerrar la puerta asustados, nunca es la solución. Y aunque te vayas a la otra punta del mundo, a otro planeta, siempre te van a encontrar, porque no son más que tú mismo... y si hay alguien al que no se puede engañar, es a uno mismo.

Ahora, dice lo que piensas cuando lo cree oportuno, con tacto pero de frente. No se calla ante las injusticias, no se queda paralizada ante los problemas. Corre, lucha, opina, cambia, mueve cosas de lugar y ayuda a los que no pueden hacerlo. Así, cada día que pasa, le regala muchas sonrisas, y ya sabemos todos la importancia de sonreír.


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