domingo, 11 de octubre de 2015

Utopías y hasta luegos.

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

 Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
 caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

 Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

 Golpe a golpe, verso a verso...

 Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

 Golpe a golpe, verso a verso.

 Me mudo, pero este pequeño gran rincón que me salvó de ahogarme en más ocasiones de las que podría enumerar, seguirá abierto para el que quiera recordar viejos tiempos.

 Como yo haré de vez en cuando.

 Hasta siempre,
Maca.

 Mucho más a partir de ahora en La chica de las Utopías

jueves, 17 de septiembre de 2015

Declaración de finales.

La pregunta es ¿Cómo vamos a poder crear relaciones sanas tal y como estamos haciendo las cosas?

Soy una chica de los 90. No he vivido la movida madrileña, ni la dictadura militar argentina, ni siquiera vi por la tele cuando el muro de Berlín cayó, ni cuando el hombre pisó la luna (o no). No estuve en ese tiempo en el que la música sólo podía oírse con tocadiscos. 

Nací en el 94, el año de Pulp Fiction, del Tarantino exitoso, de la sangre y la violencia, también el año de ¿A quién ama Gilbert Grape?, de Forrest Gump, del Rey León. Woody Allen siguió como de costumbre con sus obras maestras y este fue el año de Balas sobre Broadway.  El año en el que empezó a emitirse Friends y en el que Kurt se marchó para siempre dejándonos su eterno legado, ese que empujamos de una patada a un rincón y ahora ya no sabemos ni dónde está. 

También en el 94 murieron casi un millón de ruandeses y aún hoy pagamos nuestras barbaries. Al mismo tiempo Mandela nos daba la esperanza de que imaginar un mundo mejor no siempre se quedaría en una utopía.

Veinte años y tantas millones y millones de cosas pasan en el mundo todo el tiempo y que nos olvidamos de contar. Pasan a tal velocidad que ni nos damos cuenta, apenas las vemos de reojo. Están pasando ante nuestras narices miles de seres humanos pidiendo socorro porque no se sienten a salvo en su propia tierra, nos piden algo a lo que poder llamar hogar y nosotros ni nos daremos cuenta hasta que nuestros nietos tengan que estudiárselo en la escuela.

No sé nada del amor en los felices años veinte, ni de esos desamores dolorosos de las dos grandes guerras (Sí sé mucho sobre las secuelas que dejamos en el mundo por creernos dioses). No sé mucho sobre nada y mucho menos del amor, pero no dejo de preguntarme cómo es posible que pidamos algo que nunca nos preocupamos de cuidar. Creo que vivir es aprender a preguntarse más que responder. 

Me pregunto qué le hicimos al amor, en qué extraña caja lo metimos y cuánto lo maquillamos que ya no sabemos ni el color de su piel cuando está recién despertado. Cuánto hemos torturado a ese pequeño para que ahora esté tan desesperado que busque consuelo en un bar de mala muerte a las cinco de la mañana y hasta las cejas de ron (Los últimos románticos se acaban acostando con cualquiera). 

¿A quién pedimos amor? ¿A una persona que no sabe ni mirarse al espejo sin escupirse a la cara? ¿A alguien que dice creerse mejor que los demás pero por la noche una lluvia torrencial sale de sus ojos porque los complejos lo ahogan? ¿Al que cree que si nadie se entera no es un engaño? ¿Al que justifica medios atroces para yanosabequé fin? 

Nos pedimos, a fin y al cabo, un poco de amor a nosotros mismos, pero no sabemos de dónde sacarlo, y es normal, el mundo nos ha engañado prometiéndonos grandes historias de amor y sirviéndonos luego las sobras de unos sentimientos a medio gas y casi crudos. 

No creemos en nada. No confiamos en nada. No acabamos nada. No empezamos nada. 
No encontramos finales felices y decidimos que a lo mejor tenemos que cortar con todos nuestros principios, pero es que los finales felices no existen. Como decía Luis todo lo que acaba es triste. 

Ahora creo que ya lo sé, no me queda otra salida. Voy a salir a buscar algo que no acabe, voy a buscar ser inmortal, y entonces, quizás, me olvide de todas esas cosas sobre el amor que nos fueron enseñando, y sin tantas cargas, encuentre un momento de paz. Ojalá que mi paz pueda ser contigo.

  Leía a Saramago, y se quedaba muda por un rato de ver ciegos por contrato.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Añil.


Septiembre se tiñe de añil.

Yo de pequeña siempre pensé que el añil era como azul claro, como pastel, que daba paz. No conocía la realidad, ni esa ni muchas otras. 

Supongo que crecer es una mierda casi todo el rato,
que descubrir el mundo a veces da un miedo atroz 
Que jugar a ser adultos es muy peligroso y apuramos,
apuramos cada pequeña cosa que aprendemos para lanzarnos cada vez desde más alto.

Aún hay que conocer el peaje ese que todos tenemos que pagar, 

El puto peaje, no sé si me explico,
 los momentos cuando estamos completamente a solas, 
a oscuras,
y no conseguimos engañarnos,
no logramos vendernos ningún cuento
y sólo queda la más cruda de todas las verdades
sin trampa ni cartón.

Aprender a hacer que el peaje, al menos, valga la pena. 

El tren es como la vida y no para ya ni en las estaciones,
o era al revés.
Da igual, la cosa es que hay que estar atentos porque las oportunidades no existen.

Las ofertas siempre tienen trampa, su sonrisa estaba envenenada.
Ya no me fío de las miradas, ahí me han jodido pero bien. 
Ya (casi) ni te hablo en segunda persona, como ves,
porque para qué.
Mi película favorita es El club de la lucha, a lo mejor
si fuera El diario de Noa, todo sería distinto
y hasta sería más feliz,
pero quién sabe esas cosas.


"Tout passe, tout casse, tout lasse, et tout se remplace"
Sé que me voy a volver a curar otra vez, porque todo pasa,
y voy a levantarme hasta el último piso del edificio más alto de la ciudad.

Lo que nadie nos dice es que cada vez que volvemos, 
somos un poco otros,
siempre hay algo que no regresa, que se queda. 
Vamos perdiendo trozos que se engangrenan, y a pesar de ellos
tenemos que reconstruir el puzzle. 


Septiembre se tiñe de añil, 
no es una frase mía, pero las verdades lo son vengan de quien vengan.
Como las lecciones que te da un ignorante, 
que son ciertas aunque no sepa ni lo que está diciendo.
(Porque él no lo sabía).


Esta guitarra cínica y dolorida, con su terco knock,knockin'on heaven's door.


A él, a él tenéis que leerlo siempre: El chino de abajo

martes, 21 de julio de 2015

Funambulismo imposible.

Aviso: Leer con "Una mattina" de fondo para entender cómo fue escrito. 



Incluso justo en este momento en que nada ocurre, calma blanca.
Un día sí y dos no.
Un día lo tengo claro y dos no entiendo nada.
Un día quiero ir a por todo,
al otro será sólo un capricho.

Un capricho dulce y divertido, eso sí
Sexo ligero, agua fresca, zumo de fruta y café. 
Un capricho de verano de los que no necesitan de nada más,
ni de preocupaciones,
aunque las tiene,
ni de reproches,
aunque se piensen.
Sal de baño, brillo dorado en tu piel
imagino,
no sé si tú imaginas algo
o sólo dejas que una hora suceda a la otra,
sin que el brillo dorado y la sal estén en mi piel.


Siempre detesté lo que decían de “un clavo saca otro clavo”
pero ya ves, qué sé yo de la vida,
y mucho menos del (no)amor. 
Qué sé yo si aún no sé si estoy yendo, si voy a ir
o si en algún momento voy a volver a algún lugar.
No, siempre para adelante, me dicen. 


Ron de caña, domingo desde las tres,
de haber estado arreglando el mundo hasta las siete.
Mandando a tomar por culo a todos los fantasmas que nos atormentan,
a todas las puñaladas que esquivamos, a las que nos rozaron, 
y a las que nos dieron de lleno y por eso ahora nos escondemos.
Peleando por quién querrá qué, 
quién antes y más fuerte,
que no quieres sufrir, ya lo sé. 
Yo tampoco.
Soñar despierto, dormir contigo.
Y si no es juntos, no durmamos.
(Y si estamos juntos tampoco).


Calma, quietos, cojan aire, quizás nos toque correr.
Como un número imposible del funambulista
que hace seis vidas que no sube a una cuerda, 
pero ya le toca
(y aún le queda una vida).

Caminando por una cuerda floja
tan larga y tan alta,
que ya no sé en qué lado quiero estar.
Si arriba manteniendo el control,
que se está de puta madre, y qué vistas.
O abajo, en la red, donde todo es un caos 
y la felicidad juega cada mañana con la tristeza. 

Porque este es el juego en el que me he metido
(o al que me has llevado)
Un juego peligroso prohibido para menores de edad,
y para menores de valentía (o de sensatez).

Que pensemos despacio, queramos deprisa, y caminemos con la frente alta.

O algo así. 





martes, 7 de julio de 2015

Sonrisas de primeros auxilios.


Me dijiste que te escriba todo lo que necesite y lo que piense, que ibas a estar siempre ahí, así que eso voy a hacer, porque sé que no mientes con esas cosas, te voy a escribir como quien le da su corazón en las manos a su ángel de la guarda porque es momento de que se lo cure.

Necesito urgentemente unos primeros auxilios de esos que sólo tú controlas, con esas caricias que sólo tú sabes dar y ese amor en el que sólo creo cuando me cuidas.

No va a ser la primera vez que mis lágrimas se apoyen en ti para que las mezas como a un bebé que no puede dormir porque el mundo le asusta demasiado. Pero probablemente cuando abras veas que es la primera vez que el corazón sangra tanto y está tan desfigurado... ni Mike Tyson soportaría ver la paliza. Y dicen que el amor siempre es bonito...

Pero sé que tú puedes curarlo, yo te ayudo.

Prometo escuchar cada indicación que me des como si fuera uno de los Mandamientos de un Dios en el que pueda creer.

Prometo abrir bien todos los poros de mi cuerpo y que las palabras lleguen bien hasta lo más profundo de mí, aunque duela, aunque escueza y me queje (Perdón por adelantado).

Te prometo de veras no darte nunca las gracias, porque eso sería algo muy pequeño y sin ningún sentido dentro de esta obra tan grande que haces operándome a corazón abierto.

Es tan banal... ¿Quién da las gracias a su ángel? A su ángel protector, guerrero, sanador, fabricante de sonrisas y mejores humores...
Como mucho, y es lo mínimo, te prometo que seré yo la que se ponga las alas y saque las fuerzas hasta de donde no existan cuando seas tú la que necesite entrar de urgencia en quirófano o respirar un poco de aire puro.

Porque hasta los ángeles necesitan un respiro de vez en cuando.
Pero joder... tus alas son tan fuertes.



lunes, 1 de junio de 2015

No fue un golpe maestro.

Ya ni inspiración quedaba para que el dolor pudiera recrearse, ni la poesía manchada de sangre en unas manos que necesitan escribir para no morir de sed, nos quitaron la sed.

Se marcharon llevándoselo todo, o casi todo. No dejaron ni un maldito abril al que componerle, ni una flor en la ciudad para poder secar dentro de un libro.

Dejaron el dolor y los puñales, pero se llevaron el romanticismo y los dejaron sin vía de escape.

Dejaron la rabia pero se llevaron la revolución. Dejaron las ganas de leer y nos robaron los libros, las ganas de escribir y quemaron todo el papel de la ciudad.

Se llevaron consigo las canciones, los poemas, las películas que nos hacían llorar como niños. Hasta se llevaron a las personas que nos hacían daño... Y a ver ahora a quién le echamos la culpa.

Nos robaron los tres días de espera antes de llamar a la persona que te gustaba, se llevaron la sonrisa tonta de cuando tenías noticias suyas. Nos impregnaron de miedos y fobias y no nos dejaron disfrutar de la parte bonita. Nos dejaron tanto pánico al sufrimiento que ya no queremos nada con nadie.

Nos convirtieron en la maldita generación sin valor para empezar nada, diciendo que no queremos para ocultar que en realidad no tenemos huevos.

Se llevaron la lluvia de verano y nos dejaron sólo con los paraguas, sin saber de qué podrían protegernos.

Nos robaron las miradas cómplices, nos robaron la incertidumbre y nos dejaron sólo con el final trágico y amargo de una historia que se inevitablemente se acaba.

Se llevaron París pero nos dejaron las ganas de tirarnos al Sena. Nos robaron los motivos y nos quedamos sólo con simple y vacía esperanza.


Fue un atraco perfecto, excepto por esto... Nos queda garganta, puño y pies.
No fue un golpe maestro, dejaron un rastro... Ya pueden correr. Ya vuelve la sed.



domingo, 12 de abril de 2015

Escríbele.

Oasis
(Del fr. oasis, este del gr. ὄασις, y este del egipcio wḥ't, región de los oasis).
2. m. Tregua, descanso, refugio en las penalidades o contratiempos de la vida.


Nadie nos enseña prácticamente nada, al menos nada relevante. A vivir tenemos que aprender solos, no sirve otra cosa.

El espejismo de que aprendemos de otros nos facilita el día a día. Relegamos la culpa de la ignorancia con la excusa de una mala educación. Pero también nosotros tendremos algo de culpa, ¿no?
De pequeño nos dan las herramientas, y eso está muy bien, es imprescindible contar con ellas, como una especie de tesoro que va legándose de generación en generación. Pero hay que saber usar esas herramientas, en el momento preciso y del modo correcto, y eso sólo lo aprendemos a base de golpes, de prueba y error.

Los golpes, los tropiezos, las piedras que nos encontramos en el camino y que nos guardamos en el bolsillo para poder volverlas a poner cuando necesitemos una excusa nueva. Los desengaños, las desilusiones, cuando descubriste que nunca te quiso, cuando las pesadillas te perseguían cuando te despertabas, cuando tus padres dejaron de ser perfectos, cuando te diste cuenta de que los profesores se equivocan a veces, cuando te cagaste en el sistema político y social y viste la poca esperanza que hay en los ojos de las personas. Cuando te suspendieron injustamente, cuando aprobaste y te sentiste culpable. Cuando alguien se fue para siempre y no le dijiste todo lo que querrías haberle dicho. Cuando probaste el arrepentimiento y la impotencia. El mundo está lleno de rincones grises y sucios, pero es donde tenemos que buscar las pistas para poder utilizar bien ese tesoro que nos legaron.

Sal, sal a la calle a mancharte los pantalones de barro, mójate con la lluvia y ríete de todo por un segundo. Toma distancia de ti mismo y verás lo ridículo que eres preocupándote por estupideces, ríete de ti mismo.

Dios mío, no tenemos ni idea de nada más allá de este pequeño mundo que llamamos planeta Tierra, que cada vez parece más y más pequeño pero al mismo tiempo más y más desconocido. No tenemos ni idea de nada más, así que por qué no intentar conocer a fondo lo que tenemos al alcance de la mano.
Conozcamos a las personas, investiguemos, impliquémonos en aquello en lo que creemos como si nos fuera la vida en ello. Porque nos va la vida en ello, nos va la vida en todo y en todo momento. Aprovéchala, porque no hay otra, y si la hay, seguramente no te vas a acordar.

Crea teorías absurdas, plantea problemas cósmicos y debátelos en una cafetería de mala muerte a las 2 de la mañana. Por qué no, puede que en ese instante conozcas a la persona que fue la adecuada en todo momento y en cualquier lugar. Puede que la encuentres ahí. O puede que no, puede que encuentras a la persona incorrecta, a la peor, a la más desacertada pero necesaria, con la que equivocarte y con la que tropezar. Y a lo mejor luego, cuando aprendas de esa experiencia, la sonrisa te mida un milímetro más.

Vas a sufrir. Vas a llorar. Porque es el pack y está todo incluido. Así que puestos a hacerlo, hazlo con todo el equipo. Permítete sentirlo todo, siente rabia, siente dolor, huye tan rápido que creas que te van a explotar los pulmones. Siente amor, del bonito y del que sangra. Dile lo que sientes. Puedes guardártelo un poco para sentir esa sensación única de guardar el secreto de la piedra filosofal dentro de ti. Pero sólo un poco, no te acomodes en la agonía de no atreverte, créeme, eso no trae nada bueno.

Lee todo lo que puedas, escucha música nueva, mira películas que jamás creíste que verías. Ve a conciertos, la energía de la música en directo es algo que tienes que sentir por las venas. Escribe. Da igual que no seas Bécquer, escribe cosas cursis, elegantes, estúpidas, poéticas. Escribe cartas de amor a personas a las que no se las vas a dar nunca. Escribe cartas de amor y entrégalas. Escríbele, de la forma que quieras pero que le llegue. Llámale, pregúntale cómo está porque realmente quieres saberlo. Dile que te sientes afortunada de que esté en tu vida. Díselo aunque creas que no haga falta, no vas a perder nada y puedes ganar mucho. Di cosas bonitas a la gente, necesitamos que nos digan cosas bonitas mucho más de lo que nos gustaría admitir.

Puedes guardar recuerdos y personas dentro de las canciones, da igual que te duela, vas a hacerlo aunque no quieras así que permítetelo. Porque veinte años después volverás a escuchar esa canción y las sensaciones volverán a ti como el primer día, y es bueno recordar quienes fuimos.

Enamórate. Lo repito y suena a tópico pero hazlo, con miedo o sin el. Enamórate de la persona más buena que conozcas, que te trate bien y que te haga sentir la primavera dentro del pecho, pero también hazlo de la imposible, porque no la olvidarás. Enamórate de la que te remueve todas las entrañas entre flores, incendios y signos de interrogación. Porque nunca te conocerás tanto a ti mismo como cuando pienses en todo lo que te hace sentir, en por qué te hace sentir, cuando quieras adivinar a tientas lo que siente la otra persona. Cuando sepas que nunca pasará nada. Pero cuando estés listo, pasa página, y déjate ser feliz con algo real.

Bueno, en realidad... olvídate de eso de ser feliz. De buscar la felicidad. Son chorradas, son un cuento estúpido que nos contaron de niños y que la televisión alimentó para que intentáramos comprarlas. La felicidad no existe como nos la han vendido.

La felicidad es una rosa y muchas espinas. Pero qué bien huelen las rosas. No es el final del arcoiris con el cofre lleno de monedas, no es una carrera de éxito ni cincuenta amigos a los que invitar a una fiesta. La felicidad no es tener una familia, casarte y trabajar ocho horas al día para irte de vacaciones quince días en agosto. La felicidad no tiene ni forma ni contenido, depende de cada persona y de cada instante.
La felicidad podría, en todo caso, parecerse a los momentos eternos que no duran nada y se nos escapan como arena de playa entre los dedos. Son los segundos en los que eres inmortal. En los que te olvidas de la muerte. Si los buscas no los vas a encontrar, así que simplemente vive, ellos están por ahí esperándote.

Sé bueno con las personas, no sólo por ellas sino por ti mismo. Pide perdón aunque no estés seguro de que debas hacerlo, te lo agradecerás. Date la oportunidad de sentirte orgulloso de ti mismo, de darte las gracias, de mirarte al espejo con el pecho bien alto. Sé una persona única. Ten una vida de esas que los escritores querrían contar, créeme, no es tan dificil. También permítete sentirte triste, decepcionado y deprimido, pero sólo un rato.

Pase lo que pase, no seas un subproducto en serie que ni siente ni padece. No te dejes llevar por otros, déjate llevar por ti. Por favor, no te conviertas en la fotocopia de la fotocopia de la fotocopia de alguien que hizo algo bien. Porque no es lo mismo. Porque no vas a tener nada que te haga brillar la mirada cuando llegue el momento de hacerte preguntas. Ese momento va a llegar, y normalmente no una, ni dos, sino más veces en tu vida. Procura siempre tener muchas preguntas guardadas, aunque no consigas respuestas para todas.

Ten inquietudes, sé inquieto, curioso, quiere más, siempre más. Pero sé consciente de lo que tienes, disfruta de un paseo por tu barrio como si fuera lo mejor que te podría pasar, porque posiblemente sea lo mejor que te podría pasar en ese momento.

Nunca vas a conseguir respuestas a todo, pero lo importante son las preguntas, recuerda eso. Las preguntas dicen mucho más que las respuestas.



Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera.