domingo, 29 de diciembre de 2013

No estoy tan mal.

¿Por qué estaba tan sola? joder. Nadie podía entender ese extraño vacío que sentía cada noche al acostarse. No quería hombres de una noche, estaba cansada de tantos cuerpos extraños a los que no volvía a ver nunca más, sonaba tan bien pero acababa siendo tan vacío… pensaba lo bonito que debía ser que un chico conociera todas tus bragas de memoria. Podía sonar soez, pero ella lo creía realmente romántico, incluso hasta poético.

Yo, desde mi humilde opinión de narradora testigo, creo que era demasiado pesimista. Su vida estaba llena de color, estudiaba una carrera que le encantaba, tenía gente extraordinaria dispuesta a darle una mano, un brazo o lo que fuera necesario para verla sonreír, un trabajo que le gustaba y en el que había conocido gente increíble también. Luchaba por sus sueños pequeñitos y le gustaba ir consiguiéndolos poco a poco, mientras se acercaba más y más a esos sueños tan ambiciosos que todos nos ponemos para levantarnos con ganas todos los días.

Qué se yo, creo que sufría demasiado por alguien, aunque no lo fuese a reconocer jamás, por vergüenza seguramente. Yo, si pudiera darle un consejo sería que si ha de encontrar a alguien que sea con quien compartir su felicidad y su tristeza, no con quien crearlas.
Pasó bastante tiempo y pasé por su portal, encontré una hoja que parecía haberse caído de un balcón, decía:

            “Que si dices que sí, te aseguro que mi sonrisa no cabrá en la habitación, pero si dices que no, la vida seguirá, y no lloraré por ti (Al menos nunca te lo reconoceré…) Y tranquilo, no estoy tan mal* ".

Era su letra. Sonreí aliviada, parecía haber aprendido la lección.


*Parafraseando el título de un blog que ya no está pero que dio mucho a los que lo leímos.


domingo, 22 de diciembre de 2013

29. Resaca

Eran las 4 de la mañana, y lo mejor que se le ocurrió para hacer fue ponerse a hojear viejos libros de su estantería. Necesitaba llenarse de algo bonito, necesitaba inspirarse… en realidad, tampoco sabía qué necesitaba.

Abrió unos cuantos libros de arte que tenía, trozos del manifiesto del surrealismo la hicieron sonreír, pensar que quizás sí que había esperanza. Leyó textos que decían que la poesía está muerta y nos quita la valentía de vivir (o quizás sea esa cobardía la que hace que exista poesía, pensó ella). Leyó los versos del Capitán de Neruda, leyó a Benedetti en busca de un hombro sobre el que sentirse comprendida (Eso Mario siempre lo hacía bien). Leyó poesía de Baudelaire en francés, leyó algún librillo en inglés que aún guardaba. Leyó tanto que no pudo más que romper a llorar sin razón, o con todas las razones del mundo.

La invadió una extraña sensación que mezclaba alivio y melancolía, una sensación preocupantemente conocida. Observó por la ventana, con la mirada suspendida en algún punto aleatorio de su viejo barrio, no llovía, y las hojas de otoño caídas en el suelo no eran suficientes para hacer de ese un paisaje digno de inspirar a un poeta. Tampoco había poetas en las cercanías del lugar, así que de poco habría servido.

Hacía frío en la habitación y ella estaba en pijama de manga corta en pleno mes de  diciembre (Nunca había soportado las mangas largas). Tocó el radiador con sus heladas manos y estaba ardiendo, no entendía por qué tiritaba de frío. Fue a subir la calefacción y a por una manta para al menos, poder llorar sin pasar frío.

Siempre la habían reconfortado esas noches en vela con tristeza sin motivos aparentes. Pasaba meses atándose nudos en la garganta, escuchando como el silencio se reía de ella ante su actitud apática y pasiva frente al mundo, hasta que un día, tumbada en la cama, el cuerpo le empezaba a temblar, le solía doler la cabeza más de lo habitual, las sábanas le eran incómodas, el libro que había en la mesita de noche no era lo que estaba buscando, y entonces ponía el cuarto patas arriba hasta encontrar ese detonante que la hiciera explotar. Siempre habían sido libros, o música,  cartas, alguna caja llena de recuerdos, o quizás alguna película que le permitiera poder meterse en vidas ajenas, ya que no tenía el valor para hacer de la suya una aventura digna de ser contada.

Siempre era ella sola, siempre era en su habitación, siempre a las tantas de la madrugada, y siempre se le pasaba a la mañana siguiente. Hasta que un día no fue ella sola sino que fue él, no fue en su habitación sino que fue en todas partes, a todas horas, y no encontraba el antídoto para curarse esa maldita ansiedad que él le había provocado.

Siempre fue una palabra que, a partir de entonces, siempre le incomodó.



29. Resaca

Todavía no sé
hablar conmigo mismo
andar por mis arrugas
encontrar mi resaca

Sin embargo me siento
de un semestre a esta parte
tenuemente mejor
por fin sin anestesia
sin ganas de llorar
enfrentando descubriendo
de vergüenza en vergüenza

Un 14 me trajo
hecho ya niño imberbe
y todo fue pasando
como sangre en mis venas
instante tras instante/ año tras año
melancolía tras melancolía

cada uno con su resaca propia
y yo sabiendo, ignorando, esperando
que el mundo algún día me encuentre
como se encuentra un árbol o un camino

En mí va anocheciendo lentamente
ya tan sólo distingo
pedacitos de luna
qué más remedio
tendré que aprender
a recordarme a tientas
a lo mejor entonces
encuentro mi resaca
y por fin la descifro.

Mario Benedetti (Biografía para encontrarme).                               











lunes, 4 de noviembre de 2013

I'm only bleeding.

Ya ni inspiración quedaba para que el dolor pudiera recrearse, ni la poesía manchada de sangre en unas manos que necesitan escribir para no morir de sed.

Se marcharon llevándoselo todo, o casi todo. No dejaron ni un maldito abril al que componerle, ni una flor en la ciudad para poder secar dentro de un libro. Dejaron el dolor y los puñales, pero se llevaron el romanticismo y los dejaron sin vía de escape. Dejaron las ganas de revolución pero se llevaron la música. Dejaron las ganas de leer y nos robaron los libros, las ganas de escribir y quemaron todo el papel de la ciudad.
Se llevaron consigo las canciones, los poemas, las películas que nos hacían llorar como niños. Hasta se llevaron a las personas que nos hacían daño... Y a ver ahora a quién le echamos la culpa.

Y entonces, escribimos. Aún sin papel, escribimos aunque sea haciéndonos heridas en los brazos.

Cuando creemos (o queremos) que es la única salida para curar, queremos ver si es como el azúcar que nos ponemos en una herida que no deja de sangrar.
Escribimos cuando tenemos tantas tormentas en la cabeza que las que vemos por la ventana (previa música/libro/película triste, manta y helado) parecen un idílico día despejado y manso. Cuando no entendemos el mundo y el mundo no nos entiende a nosotros (siempre soy asocial, pero a veces más).

Escribimos cuando creemos que hay cosas que están fuera de los cajones y necesitamos ordenarlas, cuando hay cosas que necesitamos contar pero no tenemos el valor de hacerlo... La literatura es para eso ¿no?.

Que si madrugar, que si el lunes, que si el domingo astromántico, la tele y los realitys y el fútbol... Que si ¿Y, te has echado novio ya? o ¿Y de qué va esa carrera que estás haciendo?, y algún que otro Madre mía, ¿cuándo vas a ponerte un color de pelo normal?.

Que si nos sentimos niños que no quieren crecer (madurar es de frutas), o si somos demasiado viejos en cuerpos de adolescentes hormonados... ¿Acaso esta no es nuestra época? Siempre estará eso de que todo tiempo pasado fue mejor (Nunca me lo he creído, aunque muchas veces lo he sentido).
Y tú sigues igual de flaco (igual de calavera), mírate al espejo, ¿Qué has cambiado? ¿Has tachado en todo este tiempo algo de aquella lista que escribiste de cosas que hacer cuando fueras valiente?.

Que si es patético empezar otra canción diciendo "Te voy a echar de menos", pero que es todavía más patético (y triste) echar de menos sueños de una noche de verano con los ojos abiertos, la piel sudada, y una sonrisa que cegaba hasta a la luna... echar de menos algo inexistente sí que es patético.

Que si estás cansado de apostar siempre y perder hasta el alma (Ya hace tiempo que la vendiste, no te engañes). Ahora vas a apostar todo al caballo perdedor, si total nunca queremos lo que nos conviene, así de mal nos cuidamos. Pobres madres, siempre diciéndonos "cuídate, y no hagas locuras", si supieran el daño que nos hacemos algunos a nosotros mismos... (Seguro que lo saben, las madres lo saben todo).

Y entonces te preguntas si esos superhéroes que nos salvan la vida es de esto de lo que nos salvan, porque no te interesan héroes de medio pelo que creen que pueden salvarte y no saben qué hacer cuando le dices que la melancolía no sale de tu manta al despertarte muerta de frío cada mañana. Es que quizás ya no quieres que te salven, no quieres que te cuiden como a una princesa ni que te protejan de los males de ahí afuera, quizás sólo quieres que alguien quiera arriesgar, alguien valiente que quiera correr peligro contigo. Que no quieres que maten los monstruos de tu armario, es que ya les has cogido cariño, y a ti,  con que te ayuden a pintarles una sonrisa a los monstruos te vale. No quieres que te salven, quieres que vayan contigo al abismo, porque sola no te atreves.

Al final te das cuenta de que hay poetas donde creías que sólo había una sonrisa bonita. Los poetas no son sólo los que escriben sonetos u octavillas, también lo hay de verso (y corazón) libre, que no necesitan una rima asonante para clavársete dentro.

Que la nariz fría contra el cristal empañado y el olor a otoño nos quiten ya este verano maldito (como todos), que la vuelta a la rutina, y a ver caras que lo hacen todo más llevadero, y que al fin y al cabo, te cambiaron la vida.

Que si eres infeliz, y yo, ilusa de mí, creo que puedo cuidarte mejor que nadie.

Que tener el corazón de hielo no es lo mismo (ni parecido) a tenerlo de piedra. El hielo quema, y se derrite, y duele incluso más que los corazones comunes del resto de mortales.

En fin, que hay tantas historias sangrantes y frases caóticas que nadie (o al menos no quien tú quieres) va a venir a curar con caricias (de esas que te hacía tu madre cuando te golpeabas y de repente el dolor desaparecía).

Pero... ¿qué hacemos después de escribir, de sangrar, de coagular, gritar, y llorar hasta tener la garganta y los ojos inflamados? Porque tarde o temprano y para bien o para mal, la explosión se acaba. Y escribir se convierte en un alivio sintomático, como el Frenadol, pero no cura el virus.

Bueno, al fin y al cabo... tampoco podría aspirar a una solución mejor.
Puede que una sonrisa no me cure todo esto, pero de momento es lo mejor que tengo conmigo.


¿Y sabéis que pasa? Que en París también llueve, también hay días tristes frente a Notre Dame, y también hace bueno y brilla el sol en algunos días de invierno en Madrid. Pero yo que sé, a mí no me preguntéis, ahora mismo hace frío y llueve tras la ventana.


It's alright, Ma, it's life, and life only.



(Para los que lo habéis conseguido, bienvenidos a mi caos. Nada tiene demasiado sentido, ni pretende tenerlo).

miércoles, 26 de junio de 2013

Harta.

Es necesario estar harto de las cosas para empezar a cambiarlas.

Estoy harta de las expectativas, de la imagen que tenemos que dar para quedar bien, de no poder nunca ser nosotros mismos porque seríamos tachados de locos. De abrazar sólo en los momentos oportunos, de besar sólo en la situación adecuada, de la sonrisas prefabricadas, de las lágrimas en la almohada que se secan sin que nadie las cure.

Harta de que la gente no lucha por sus sueños porque son meras utopías inalcanzables, harta de estar siempre pendiente de mil cosas y no luchar por mis propias utopías.

Harta de las prisas, de ver pero no mirar, oír pero no escuchar, de no mirar a los ojos a la gente, de no saber pedir perdón, de que el dolor nos haga parecer malos. Estoy harta de que no sepamos poner nombre a nuestras emociones más recónditas porque nadie nos ha enseñado nunca.

Harta de que nadie venga nunca a rescatarme, de los gritos ahogados que caen en sacos rotos.
Harta de los llantos pensando que alguien va a venir a salvarnos como en las películas, y sin embargo, nos quedamos solos.

Harta de que pensar diferente esté mal, que actuar diferente esté mal, y que amar esté visto como algo raro. De la palabrería acerca de la libertad y la democracia en una situación en la que ni somos libres ni tenemos democracia.
Harta de oír a gente quejarse de la crisis y del gobierno y ver como no mueven un dedo por cambiar absolutamente nada. "Cambiar el mundo suena demasiado bien", y es ese demasiado que nos da miedo, y mejor se lo dejamos al de al lado. Y es que hemos cambiado "el amor mueve el mundo" por "el miedo mueve el mundo", y claro, así no vamos en la dirección correcta.

Harta de parecer culpables quienes no lo son, que paguen justos por pecadores, y de que empatía sea una palabra de la que casi nadie sabe si quiera su significado.

Harta de esperar, de esperar sin saber siquiera el qué, y  que sea lo sea, no llegue nunca. De las miradas perdidas en calles llenas de gente, de la gente perdida, de que nadie se encuentre. De ver más noticias de muertes que abrazos en las esquinas. De que la palabra crisis resuene mucho más que la palabra lucha.

Harta, muy muy harta, de que todo el mundo justifique su falta de valentía en que "la vida es muy complicada", cuando podríamos hacerla muy fácil. Pero hace falta valor, y de eso no tenemos mucho.

Harta de los prejuicios, de la gente sin esperanza alguna en la juventud, de la gente que mete a toda una generación en el mismo saco, del miedo a lo desconocido que lleva al daño y al odio. De que la Real Academia Española recoja en su diccionario la palabra xenofobia y no la palabra xenofilia.

Harta de que me miren mal en el Metro por sentarme en el suelo cuando vengo cansada de la universidad, de que la gente tenga miedo cuando ve a alguien que no cumple con todas las estúpidas normas sociales que nos han impuesto, de que aparten la vista a una persona que pide para intentar conseguir un poco de dinero para poder comer, haciendo como si no pasase nada para no sentirse egoístas e hipócritas cuando llegan a su casa. Harta de la gente que se queja de las huelgas, pero también de los empresarios, y de los políticos, Porque "Está muy bien que la gente luche por su futuro, pero yo no quiero esperar 10 minutos de más el autobús".

Harta de estar dentro de una sociedad que no hace más que repetirme que compre cosas para encontrar una felicidad que no llega nunca, que no existe, porque unos cuantos han decidido que la felicidad es algo a lo que tenemos que llegar para no darnos cuenta de lo bonito del camino.

Estoy fastidiada, cansada, absolutamente harta de todo eso, pero aún estoy más harta de que la gente se de cuenta de que todo eso está mal, y piense que nunca vamos a poder cambiar las cosas. Nunca he tolerado el conformismo.

"Llueve el caos en las aceras, la utopía por bandera, y la libertad como forma de amar".
(Pedro Pastor Guerra, cuya entrada ha inspirado las palabras de ésta)
Rock nd Roll live: "Harto"



 "Creo que nazco y que muero en cada verso, que el peso de un beso puede con el Universo"




Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.

Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.

Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira.

sábado, 13 de abril de 2013

Delantera mítica

Acojona pensar todo lo que puede cambiar tu idea del mundo en no mucho tiempo. La idea que tenemos del amor, de la tristeza... se vuelven tan volubles que a nada se quedan del revés.

A veces, cuando la buena suerte se pone en bando enemigo y no encontramos esa paleta de colores que nos dijeron que necesitábamos para pintarlo todo, cuando la vida no deja de darte hostias y parece que estás k.o en el ring, lo más bonito que puede pasarte es, casi con los ojos cerrados del dolor, encontrarte una mano que desde arriba te coge, te levanta del suelo y te limpia la sangre y cura las heridas. Es bonito ver un hombro en el que apoyarte al final del brazo, y una sonrisa sincera que al fin y al cabo, es lo que todos necesitamos para sentir que todo irá bien después de la jodida tormenta.

¿Quién fue el capullo que dijo que la clave de la felicidad estaba en encontrar el amor en una "media naranja"? ¿Dónde está el cabrón que no nos dijo que el amor también está en los amigos, en nosotros mismos, en los niños que te sonríen por la calle? ¿Por qué uno en un pedestal y el resto infravalorados de esa manera?

No querráis amigos-muleta para pasar el tiempo mientras encontráis vuestro gran amor. Tu único gran amor está en ti, en nadie más, y hasta que no lo encuentres no podrás compartirlo con alguien.Y un café con una buena persona puede ser mil veces mejor que una noche de sexo.

Yo quiero compañeros de ruta, personas especiales con las que compartir camino, gente que me haga toda esta puta vida un poco más llevadera. Personas con la sensibilidad suficiente para entenderme y aguantarme y con la valentía para decir lo que de verdad sienten.  Y joder, es que lo tengo. No puedo pedir más.

¿Sabéis esa sonrisa que cuando alguien la esboza podéis ver que hasta el alma se ríe? Esa es la que provocan algunas personas en mí. Tengo compañeros de viaje únicos que nunca pensé que podría tener, no sé si los merezco. He tenido las palabras perfectas en los momentos que las necesitaba, he sacado una fuerza que no sabía dónde escondía sólo por ayudar a personas especiales para mí, me han dicho "sonríe" cuando lo que menos quería era levantar la vista del suelo, y he sonreído. "Te mereces un poeta y siendo tú, será perfecto" o "quiero achucharte ahora mismo", o qué coño, un simple GRACIAS es lo mejor del mundo cuando está dicho de corazón.

Brindaría todos los días de mi vida por eso, porque gracias a dios la vida cambia y no siempre para mal, brindar porque las experiencias y los años sólo hagan todo esto más bonito y especial. Por las mil y una noches míticas que quedan, por los paseos bohemios, por la tensión, por los viajes para ver a alguien a quien quieres, por las estaciones de autobús, por las risas, las cartas en la cafetería y las clases saltadas, por lo raro, lo diferente que se junta y hace una mezcla increíblemente bonita. Porque queda mucho por vivir, y mi "delantera mítica" es la mejor del mundo.


Como decía Coque Malla, " Quedan muchos años, por lo menos 100!"



Y como escribió un buen amigo mío...



                                               De vez en cuando la vida
afina con el pincel
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.

domingo, 10 de marzo de 2013

Este guión absurdo no lo he escrito yo.


La rabia de hoy la echaré a todos esos jodidos poetas de pega que creyeron que podían jugar con los sentimientos sin ninguna consecuencia, podéis iros a tomar por culo.

La culpa es de las expectativas que por mucho que queramos siempre son mayores que la realidad, una realidad mediocre que no tiene nada que ver con lo que nos prometieron (o creímos que nos prometían), nada que ver con el príncipe azul romántico y eterno o el poeta bohemio que nos cuidaría por el día y nos declararía la guerra por las noches. La culpa es de todos ello que no existen, que no son más que intentos fallidos de imitar a Jimmy Stark.

Y al final sólo quedan las canciones de los des-… desencuentro, desengaño, desamor. Esas que tanto éxito tienen y que tanto llegan a la piel de las personas, y se hacen mundialmente conocidas… porque todos nos emocionamos con Knockin’ on Heaven’s Door pero nadie se para a pensar que esas canciones nacen de un corazón hecho pedazos. ¿A qué precio tenemos canciones que nos emocionan? Nos sentimos un poco más llenos con el sufrimiento que han tenido otros, con las heridas que han tenido que curarse solos.
Porque es eso, los únicos que nos podemos curar al final somos nosotros, no viene nadie a cuidarnos, nadie nos va a cuidar más que nosotros mismos. No sé si es bueno o tremendamente triste, pero es así.

Sé que pensabas que ahora todo podía ser diferente, y que lo piensas cada vez que se repite la historia, lees los prólogos, todos distintos y guardas aún la esperanza de una quinceañera pensando que el libro será diferente a partir de la página 8. Pero por dentro es igual, es como un sueño recurrente que se vuelve enfermizo, que te hace perder los papeles. Todo pasa ante ti como una cinta de cassete a la que tienes que rebobinar para volver a reproducir. El cine se vuelve otra vez mudo y en blanco y negro, la música suena desde los gramófonos de las cafeterías, las guerras mundiales y la revoluciones vuelven a boca de todos, la visión de un futuro bonito juntos vuelve a convertirse en la certeza de volver sola a la cama en inviernos densos y oscuros.

Deja de buscar ya porque no vas a encontrar más que pseudo poetas cobardes que no se atreven ni a decir lo que sienten, que no se atreven a preguntarte si te pasa algo, que ni se dignan a secar una lágrima de tus mejillas, cuando tú harías todo eso y más por ellos. Son demasiado complicados para entender lo más sencillo.



lunes, 18 de febrero de 2013

Somos la generación perdida.

Lo que tiene hoy el mundo es una jodida crisis de amor.


Y el problema no es de ahora, viene desde hace tiempo, desde que se perdió la ilusión, la magia, la alegría por vivir y por quererse.  No es que haya desaparecido, pero la hemos dejado abandonada.

La gente ha cambiado las historias bonitas a largo plazo por pasión que dura muy poco tiempo. Han cambiado el cariño de la familia por cervezas en el bar para pasar poco tiempo en casa. Han quitado las miradas que lo dicen todo para comunicarse a través de emoticonos en una aplicación móvil.

Les da tanto miedo comprometerse con cualquier cosa que viven desatados de todos, atados a su propia y triste existencia, sin nadie especial al lado con el que contar en caso de emergencia.

Nos da tanto pánico enamorarnos y sufrir que sólo odiamos y tenemos rencor, que es mucho más fácil, y aunque también nos hace sufrir, nos da la falsa sensación de estar más protegidos, porque claro, el daño nos lo hacemos nosotros mismos.

Hemos cambiado noches en vela charlando a la luz de la luna por fiestas en discotecas donde lo que menos importan son las palabras que digas. Hemos desvirtuado el misterio a la cobardía, los celos a la paranoia, el amor a la posesión, la admiración a la envidia. Hemos hecho que las ganas de progresar se conviertan en ambición por ser mejor que el de al lado, que le revolución se torne pura y llana violencia, que el sistema se nos vuelva en nuestra contra. Todos formamos parte del sistema que hemos creado, y lo que no nos damos cuenta es que si es una mierda es porque nosotros hemos tenido quizás algo que ver, porque muchos eligieron poder comprarse un chalet en la playa que no podían pagar habiendo familias enteras que no tienen para comer, nosotros elegimos hipotecar nuestra vida con tal de poder tener vacaciones en las islas Fiji. Una generación entera de gente que metía a sus padres en un asilo porque no les daba la gana cuidarlos, una generación que vivió en un nivel que no era posible sostener, una generación que odia a sus hijos y lo mejor que están deseando que les pase es poder irse de vacaciones sin ellos, sin darse cuenta de que ellos no pidieron venir, que tú lo quisiste, y que ellos solo necesitan tu cariño, era la única condición que trajeron cuando nacieron. Esa generación nos hizo creer que teníamos un futuro feliz y perfecto. Y ahora nos lo han robado.

Tenemos trabajos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. La generación de los smartphones, de la nueva comunicación, de las nuevas tecnologías, de los nuevos descubrimientos y de las grandes crisis existenciales... "Nuestra Gran Depresión es nuestra vida" Decía Tyler.

¿Por qué no intentamos solucionar de una vez esta jodida crisis? ¿Por qué no cuidamos un poco más el amor que es el que nos cuida siempre y nos salva cuando creemos estar a punto de morir? ¿Por qué no dejamos de rezar a dioses en los que ni siquiera creemos y nos damos cuenta que toda la verdad está en nosotros mismos, no en otro mundo, EN ESTE? Más abrazos, más besos, más hacer el amor y menos follar, más conversaciones nocturnas en la cama y menos dormir en habitaciones separadas, más miradas sinceras, más cariño entre desconocidos, más sonrisas francas, más transparencia, menos sobres llenos de corrupción y más honestidad con nosotros mismos.

Hay gente que dice que soy muy pesimista y que siempre estoy triste, otros que dicen que me pega más estar contenta, otros (la mayoría) simplemente no tienen ni idea de cómo soy... la verdad, como vais a saberlo si ni siquiera lo sé yo.

Sólo sé que quiero que sonriáis más. Que olvidéis vuestra Gran Depresión y que entendáis que vamos a conseguirlo, vamos a conseguir el futuro que soñamos, sólo hay que luchar por él.
"Esta es la historia de la generación perdida, una generación que se quisieron saltar, pero que seguirá buscando su final feliz"

domingo, 10 de febrero de 2013

¿Quieres ver el mundo? Mira, está debajo de tus pies.

Cuando un niño pasa mucho tiempo deseando mostrar su juguete nuevo, y nadie le hace caso, al final acabará por pensar que su juguete que él creía maravilloso es en realidad una basura, y lo tirará o lo descuidará, porque ya no lo quiere... le han hecho ver que no vale nada.

En los adultos sigue pasando más o menos lo mismo. Pasa con el valor de las personas, cuando estás muy ilusionada y pasas los días deseando mostrar a alguien todo lo que tienes para ofrecer, todo lo que puedes darle a alguien que quiera encontrarte... pero pasa el tiempo y nadie parece valorarlo, cuando a nadie le interesa buscar en tu interior todo eso que tú podías ofrecer, terminas convenciéndote de que a lo mejor, lo que tú creías que tenía tanto valor en tu corazón, lo que tú imaginabas que a alguien le encantaría, es en realidad una basura, y tú eres en realidad tan pequeña por dentro como lo aparentas ser por fuera.

Y nos creemos menos valiosos que el resto, y nos creemos débiles y vemos al resto grandes y fuertes, pero no es más que una visión distorsionada, porque en realidad... todos estamos necesitados. Todos somos débiles en algún momento y necesitamos que alguien venga y nos diga que somos fuertes y que podemos con todo. Necesitamos que alguien confíe en nosotros para poder seguir adelante, sino de qué valdría.

El empresario con el que te cruzas en el barrio cada mañana necesita sentirse querido desde que su ex mujer lo abandonó por otro. Ella, la chica de los ojos grandes que viaja contigo en el metro, necesita sentirse libre, sentir que no sólo sirve para estudiar y sacarse 20 carreras, quiere ser artista, quiere que la apoyen. Ellos dos que están en el bar tomando un café necesitan decirse ya lo que sienten. El chico que reparte periódicos por la mañana en tu universidad quiere que alguien valore su sonrisa un lunes a las 7 de la mañana a 4 grados de temperatura. Ese profesor que tanto odias, cuando llega a casa, se siente vacío porque no consigue que sus alumnos se den cuenta de cuánto desea que aprendan. Ese chico que tanto te gusta es el que por las noches no puede dormir y escribe poesía, palabras que nunca ha enseñado a nadie por vergüenza, palabras que te pondrían los pelos de punta y lágrimas en la cara. Tu amiga no te cuenta su mayor miedo en la vida porque teme que se haga más grande si lo pronuncia, cuando en realidad sólo se haría más pequeño. Esa persona que te daba siempre los buenos días y que ahora parece otra, en realidad es sólo que tiene miedo, tiene miedo de sentir y tiene miedo de arriesgarse a ser feliz.

El portero de tu casa, el violinista del metro, el conductor del autobús, la anciana que vive en el piso de abajo... todos tienen miedos, todos se sienten débiles ante sus fantasmas, y todos necesitan que alguien se les siente al lado y les diga "Todo va a salir bien, tú puedes todo y más".










lunes, 4 de febrero de 2013

Faltos de domingos soleados...


–¿Qué haces aquí sola, mirando llover por la ventana?

–Me preguntaba si se puede cambiar el mundo.

– ¿A qué te refieres con cambiar el mundo?

–A hacer que todo sea diferente, cambiarlo, hacerlo un lugar más bonito.

–Yo siento que cambio el mundo cuando te abrazo en la cama mientras miro como duermes, siento que cambio el mundo cuando te veo llorar y te cuento un chiste para que te rías y me abraces y me digas "Qué idiota eres". Y cuando creo que no voy a lograr algo y quiero renunciar, pero me obligas a seguir adelante hasta que al final lo consigo. Yo me siento un superhéroe cuando me llamas porque estás triste y te digo que me esperes, que estoy yendo a tu casa. También siento que tú cambias el (mi) mundo cuando me haces cosquillas y la que más se ríe eres tú, esa risa tan contagiosa que tienes. Y cuando son las 2 de la tarde y ya es hora de levantarnos de la cama pero no nos apetece, porque podríamos pasarnos allí una semana entera, como John y Yoko.  Tú cambias el mundo cuando me cantas una canción al oído, cuando te dejas la piel por verme sonreír cuando estoy mal. Los dos cambiamos el mundo cuando conseguimos enfrentarnos al mundo de ahí afuera, cuando ayudamos, cuando regalamos sonrisas a la gente, cuando no nos hacemos regalos carísimos, y sin hacer falta dinero nos regalamos lo mejor que tenemos dentro. Cuando se acaba la fiesta y nos quedamos solos, y te saco a bailar y nos tiramos así toda la noche. Cuando los domingos tristes se convierten en días soleados llenos de buena música, cine, caricias y helado. Cambiamos el mundo cuando no somos normales, cuando hacemos cosas que nadie hace, cuando no sabemos lo que hacemos y nos da igual, cuando nadie lo entiende, cuando hacemos locuras. Yo siento que cambiamos el mundo a cada minuto cuando estamos juntos.

–  Ojalá fueras real, sería perfecto sentir que puedo cambiar el mundo contigo.

Faltos de domingos soleados, todos congelados.

domingo, 27 de enero de 2013

Good guys need a break every once in a while.

Puede que ya sea demasiado tarde para todo, que ya sea tarde para hacerte todas esas preguntas que un día, no hace mucho, soñaba con hacerte mientras pasábamos horas tumbados en la cama, viendo el tiempo correr por nuestras manos juntas.

Quizás ya se haya agotado el tiempo, como en los videojuegos, sí, y ya sea el momento de que salga "game over". Ya no hay el más mínimo espacio en el infinito para contarnos nuestros miedos al oído, ya no hay tiempo para que me cuentes esa historia de cuando eras pequeño, y yo te cuente los dibujos que me volvían loca de niña. Se acabó el tiempo para que pueda preguntarte cuál es tu flor favorita, y ese olor que jamás vas a olvidar, cual ha sido el día más feliz de tu vida, o a qué planeta viajarías si tuviéramos un cohete.

Sí, puede que ya no tenga sentido contarte que uno de los momentos en los que más a gusto me siento es cuando, en invierno, me meto debajo de una manta y puedo sentir el frío en la cara mientras tengo caliente el resto del cuerpo, que me encantan los días de lluvia, las luces de navidad y el olor a ropa recién lavada. Que tengo 50 manías y que lo único que quiero en la vida es encontrar una persona a la que le gusten todas ellas. Que me aburro fácilmente de mi color de pelo, que una de las cosas que me hace sentir mejor es comprar libros, olerlos, leerlos, pero que luego empiezo 5 a la vez y tardo años en acabármelos. Que siempre digo que no me gustan las películas románticas, pero acabo viéndolas, y acabo llorando, y que me gustaría pegarle un tiro al culpable de mi soledad.

Pero aunque sea tarde, y aunque sé que esto nunca va a ser más que unas cuantas palabras perdidas en medio del universo, como todas las promesas sin cumplir que hicimos, como todas las sonrisas a deber que tenemos en la cuenta, tengo derecho a sentirme por unos minutos una niña pequeña y caprichosa, porque creo que he sido bastante fría, he aguantado bastante y me merezco unos momentos de debilidad, de gritar y de llorar, y de decir que necesito un poco de calor, que quiero que me abraces y que me digas que todo va a salir bien, y que sonría ya porque te gusta verme contenta y no llena de dramas.

Que me cuentes un cuento mientras me acaricias el pelo, y nos quedemos dormidos a la vez sin importar cuando nos despertemos, prometernos no anclarnos nunca a la rutina, hacer cada día una cosa que no hayamos hecho nunca, hablar con desconocidos que nos transmitan algo especial, gastar bromas a la gente a la que se le olvidó reír, hacernos cosquillas hasta estar agotados... que vuelvas a ser tú, que yo vuelva a ser yo.

Que por favor, volvamos a conocernos, a presentarnos otra vez, con menos problemas y con más miradas sinceras. Me encantaría volver a conocerte. Hacer todo bonito. Porque nos merecemos algo bonito. Porque los buenos chicos se merecen una tregua de vez en cuando.



el marinero de río, no tiene calor ni frío
la ciudad no tiene puerto
y se siente muy vacío.


  "Because good guys need a break every once in a while."