lunes, 23 de mayo de 2011

Días de cambio, días de historia.

Hace tiempo que veo como van cambiando cosas, como se van transformando ideas, sociedades, personas, mundos... no sabía si sería un cambio personal mío, o que realmente algo estaba pasando...
Ahora me estoy dando cuenta que puede ser que yo esté evolucionando, pero no por eso es menos cierto que fuera, en la calle, las cosas están cambiando, y no hay mas que ver la #spanishrevolution que ha empezado a cambiar los engranajes de la cabeza de la gente, y creo que eso es lo más importante... No creo que sea tan importante las ideas políticas, los gobiernos, las leyes, y toda esa burocracia en sí misma, la verdadera importancia y el verdadero valor que yo veo en todo este movimiento, es esa esperanza, esa ilusión de cambio, esas ganas de luchar, de gritar, de hacerse oír, de hacer un mundo mejor.

Y quiero citar una nota de Berto Romero, la cual acabo de leer y me ha dejado con los pelos de punta y las lágrimas en la cara...lo felicito por semejante declaración, me ha dejado de piedra...
sí señores, esos somos nosotros, y tenemos la fuerza y los medios para luchar, solo faltan las ganas...aunque parece que ya no.

Sólo quieren divertirse, hacer botellón, fumar porros y jugar a la play. Son una masa ciega desmovilizada, apolítica, una generación perdida de ni-nis, ignorantes, gorrones, violentos y apalancados. ¿Me dejo algo? ¿O no era este el retrato exacto de la juventud española?

No era cierto, y no lo fue nunca. Han sido ellos quienes han dado el golpe en la mesa, gritando basta y señalando en nombre de toda la sociedad a la clase política y económica como culpable del secuestro de su (nuestro) futuro. Y lo han hecho usando inteligentemente la tecnología, abanderándose en la no violencia, sin voluntad de exclusión y buscando la legalidad en sus actos, por mucho que se busque confundirles con los inevitables revienta-manifestaciones y los aprovechados, que los hay, como los hay en todo colectivo.

Tomando la calle, han puesto contra las cuerdas a la clase política, que se ha quedado helada, muda y balbuceante, llamando a la calma, apelando al temor al caos, intentando groseramente apropiarse del movimiento y haciendo cálculos de cómo éste les puede afectar en las urnas. Tan tristes como todos esos periodistas, analistas y tertulianos que han pasado de ignorar y ningunear las acampadas a devanarse después los sesos buscando fantasmas y conspiraciones en lo que no es otra cosa que una reacción social espontánea motivada por el hartazgo.

Se abre el capítulo de las dudas. Está por ver cómo se articulará toda esta energía desatada, cómo evolucionará el primer paso dado. ¿Se consumirá la llama o seguirá arrastrando la marea a los que aún se mantienen desconfiados? Mañana hay elecciones y la incertidumbre es total. El descrédito de los contendientes mayor que nunca. ¿Qué pasará a partir del lunes? ¿Cómo recibirán los indignados el resultado de la votación? ¿El tímido y progresivo contagio a otros países de la #spanishrevolution que comenzaba a manifestarse en el momento de escribir esta columna cuajará o será un espejismo?

Y la pregunta más importante de todas: una vez que la gente sale a tomar la calle ¿cuando y cómo decide volver a sus casas?





y os dejo un trozo de una canción que me ha salido al respecto:

Ven aquí,no tenemos miedo
No nos vamos a ir
Unete,vamos a tocar el cielo
a buscar un mundo nuevo...
Libertad, con las manos llenas
de ilusiones nuevas...

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