domingo, 10 de junio de 2012

Días de vino y rosas.

Lo triste es que parece que ya nadie quiere luchar, y que todos los valores que brotaron en aquel mayo del 68, que anunciaban un salto a un mundo un poquito mejor, se perdieron como simples utopías ahogadas en un mar de conformismo, alimentado por un capitalismo sin escrúpulos que se abría a pasos agigantados  a un mundo en el que los idealistas y los luchadores no fueron suficientes, donde no hubo arena de playa bajo los adoquines.
Pero sabéis que os digo? que para mí sí que consiguieron cambiar el mundo, claro que lo hicieron... cambiaron su mundo, que ya es una maravilla, y cambiaron la mente de millones de personas. Mostraron una nueva libertad posible, llena de vida y esperanza a unas personas que vivían totalmente alienadas por una sociedad que los hacía presos más que animarlos a vivir.
Porque sí, aún se siguen oyendo a los Che Guevaras, a los Cohn-Bendits y a los Jean Paul Sartres, que creían que se podía cambiar, pero había que querer, y que creer.

Porque hubo vientos huracanados de libertad, y si nos quedamos unos segundos en silencio, aún puede oírse la brisa de lo que allí se transformó. Aún pueden olerse las rosas de Saint-Denis, las luchas universitarias cargadas de optimismo, la esperanza de un nuevo mundo más solidario, menos loco... bueno o quizás con un poco más de locura, según como se mire.
Las ganas han existido con una fuerza que se cre yó imposible, la semilla está plantada. Ahora, años después, nos toca regarla más que nunca, salir a decir lo que queremos, lo que nos corresponde... a llamar a gritos a la libertad, de todo menos callar, menos aguantar lo que en el fondo sabemos muy bien que hay que reivindicar.

El problema es que por simple pereza acabamos viendo normal lo que no lo es, por comodidad. Nos da igual si el de al lado pasa hambre, mientras nosotros tengamos techo y comida. los "bichos del XXI" sólo reaccionamos cuando nos vemos sin salida, y esa es la peor trampa con la que nos vamos a enfrentar.
Cuando logremos cambiar eso, será la hora de levantarse, de quererlo todo, pero todo para todos y no para  los cuatro de turno. Cuando aprendamos a vivir realmente en sociedad, habrá un gobierno realmente formado por iguales a nosotros, y no habrá un abismo entre Estado y Pueblo.

Entonces, y sólo entonces, seremos libres, entonces encontraremos esa arena de playa.

Por ellos, por los de París de 1968. Se lo debemos.

Es la hora, despierta!


"Las utopías no son más que los sueños por los que los cobardes han dejado de luchar."

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