martes, 6 de noviembre de 2012

Tanta tristeza rota contra la pared.

Me agota el pesimismo, me agota el ver pasar la vida sentada tras la ventana, viendo como caen las gotas y fuera hace frío, quejarme de que hace frío, quejarme de que llueve, quejarme de que la calefacción no esta lo suficientemente fuerte, de que no quiero salir de casa cuando aun es de noche, quejarme de que viajo incomoda en el metro, de que la gente me mira con cara de perro, de que me aburro en clase, de que tengo demasiado viaje de la universidad a casa, estar triste porque nadie me da los buenos días, porque nadie está cuando tiene que estar, porque todos se olvidan muy rápido de las cosas que, a lo mejor solo para mi, tuvieron algún tipo de significado. Me cansa ir tachando los días en el calendario, haciendo recuento de cuantas veces a la semana lloro antes de dormirme, llevando la cuenta de cuantas personas que quería que me hablaran no se han acordado de mí. Ya estoy hasta los cojones de tanta negatividad, de tanto “mi vida es una mierda” y de tanto “nadie me quiere”... También es verdad que agota que nadie te diga nada bonito cuando tu das das y das. Pero me da igual, el problema en realidad no es más que mío, sólo mío. Así que ya vale, joder...

El mundo está lleno de días malos, noches turbias, lágrimas derramadas injustamente, amores no correspondidos, pasiones nunca desatadas por vergüenza o pudor, sueños no cumplidos por desesperanzas crueles causadas por otras personas, vidas no acabadas cuando debían, historias nunca bien escritas, heridas mal curadas que con el tiempo se vuelven a infectar, está lleno de días lluviosos en los que estamos felices, y días soleados en los que estamos jodidos. Hay miles de personas que mueren cada día. Hay odio, temor, impotencia, rabia, desamor, hastío... Y lo va a seguir habiendo por siempre jamás.
Pero también el mundo está lleno de ilusiones que nacen, de niños que vienen al mundo a regalarnos sonrisas, de amores que se muestran en todo su esplendor, de ancianos que llevan a sus nietos al parque y son felices, de sueños que se luchan, que se defienden con uñas y dientes frente a los huracanes, y que se cumplen. De historias diferentes que tienen unos guiones inmejorables, de días en los que parece que nunca se va a apagar el sol, de días de bailar bajo la lluvia con la mejor compañía... Estamos llenos de noches en las que hablar eternamente sobre cine, sobre música o sobre filosofía con alguien especial, de despertar junto a quien queremos. Aunque no lo veamos todos los días, en el mundo hay miles de personas que donan sangre y que salvan vidas, médicos que luchan por curar personas, niños que nacen sanos y fuertes, padres que se llenan de vida al cogerlos entre sus brazos...

El mundo es lo que es, y no va a cambiar porque pensemos que sólo está lleno de mierda. Va seguir siendo el mismo, así que de nosotros depende fijar nuestra atención en lo malo o en lo bueno. Ya está bien de tener miedo a todo, miedo de lo bueno y de lo malo, miedo del cambio, miedo de decir lo que nos pasa por dentro.
Si sientes algo, dilo, si te mueres por decirle algo a la persona que tienes delante, corre, díselo, y si no la tienes delante, ve a buscarla. Quizás mañana ya sea demasiado tarde, quizás mañana ninguno estemos aquí, y todo el sufrimiento habrá sido en balde.


Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido.



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