martes, 23 de octubre de 2012

Todo viene de dentro.

El miedo de escribir algo tan sumamente personal que me delate y me haga débil, está haciendo que no quiera escribir nada, y eso me está matando por dentro. No quiero dejar claras ciertas cosas, porque tengo miedo, mucho miedo, demasiado miedo.

Y son tantas  las ansias por que quede un texto perfecto, bonito, que tenga un perfecto equilibro entre lo personal y lo universal, lo justo para que se refleje lo que me pasa de una forma sutil y con diversas lecturas. No quiero que tú me leas y sepas exactamente de qué estoy hablando, que estoy hablando de ti, porque eso me haría sentirme extremadamente vulnerable, y por qué no decirlo, estúpida. Aunque sé que posiblemente leerías esto y ni te enterarías de que va por ti, porque cómo va a ser por ti, porque tienes otras cosas en las que pensar, otras personas de las que preocuparte y por las que escribir. Yo no formo parte de ese mundo tan complejo que tienes en la cabeza y en el corazón, seguramente ni siquiera seré nunca "tu segundo plato" como dice Rulo.

Y sin embargo, sea lo que sea lo que escriba aquí, lo quiera o no, intente evitarlo o no, esto es puramente yo y todo lo que siento, no puede dejar de ser personal, todo es personal, como dice Fito " Porque escribo igual que sangro, porque sangro todo lo que escribo."

Al final, todo eso hace que me quede enfrente de una hoja en blanco, con la mirada fija clavada en la nada, sin ni siquiera pestañear y con las lágrimas casi brotando de los ojos, viendo mil palabras que podrían estar ahí, y que no están por cobardía. Pensando en coger el teléfono y llamarte, y decirte todo lo que me pasa, aunque eso suponga tirarse de un precipicio sin arnés, y morir. Pensando en que no agradezco lo que me pasa, porque yo quiero otra cosa, porque a mí y a mi vocación masoquista nos pierden las cosas imposibles. Preguntándome si será bueno dejarme llevar sin pensarlo demasiado, si valdrá la pena o al final todo se torcerá como pasa siempre. Sintiéndome sumamente culpable por hacer cosas queriendo hacer otras, no me gusta conformarme, y no sé si debería hacerlo.

Sintiendo también que el tiempo está pasando demasiado deprisa, y faltan cosas que no me da tiempo a asimilar, a hacer, a observar y a disfrutar.
Nunca llevo reloj, no me gusta tener tan controlado al tiempo, ya bastante controlados nos tiene él a nosotros... Siempre organización, control, agendas con horarios, citas a una hora concreta, llegar puntual, llegar tarde, ir con prisas sin mirar al rededor, morirte de frío yendo tarde al metro por la mañana, morirte de calor dentro mientras miras constantemente la hora porque, para variar, llegas tarde.

"¿Y a qué hora quedamos?" "¿Y a qué hora acaba la clase?" "¿Y cuánto dura la peli?"...  pero nunca es  "Cuando te apetezca ven a verme que aquí estoy", "Qué clase tan interesante" o "Esa película me ha hecho llorar como si tuviera 5 años y un mundo de emociones dentro". Hay que cambiar la cantidad por la calidad, los aspectos cuantitativos por los cualitativos. No todo se puede medir, yo no te quiero mucho, yo te quiero y ya. Yo no te echo mucho de menos, yo te necesito aquí y punto. No quiero despertarme más tarde y dormir más horas, quiero levantarme cada mañana con una razón para sonreír.


Es personal, no lo debes oír, pero es que a veces todo, nada da de sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario