domingo, 10 de febrero de 2013

¿Quieres ver el mundo? Mira, está debajo de tus pies.

Cuando un niño pasa mucho tiempo deseando mostrar su juguete nuevo, y nadie le hace caso, al final acabará por pensar que su juguete que él creía maravilloso es en realidad una basura, y lo tirará o lo descuidará, porque ya no lo quiere... le han hecho ver que no vale nada.

En los adultos sigue pasando más o menos lo mismo. Pasa con el valor de las personas, cuando estás muy ilusionada y pasas los días deseando mostrar a alguien todo lo que tienes para ofrecer, todo lo que puedes darle a alguien que quiera encontrarte... pero pasa el tiempo y nadie parece valorarlo, cuando a nadie le interesa buscar en tu interior todo eso que tú podías ofrecer, terminas convenciéndote de que a lo mejor, lo que tú creías que tenía tanto valor en tu corazón, lo que tú imaginabas que a alguien le encantaría, es en realidad una basura, y tú eres en realidad tan pequeña por dentro como lo aparentas ser por fuera.

Y nos creemos menos valiosos que el resto, y nos creemos débiles y vemos al resto grandes y fuertes, pero no es más que una visión distorsionada, porque en realidad... todos estamos necesitados. Todos somos débiles en algún momento y necesitamos que alguien venga y nos diga que somos fuertes y que podemos con todo. Necesitamos que alguien confíe en nosotros para poder seguir adelante, sino de qué valdría.

El empresario con el que te cruzas en el barrio cada mañana necesita sentirse querido desde que su ex mujer lo abandonó por otro. Ella, la chica de los ojos grandes que viaja contigo en el metro, necesita sentirse libre, sentir que no sólo sirve para estudiar y sacarse 20 carreras, quiere ser artista, quiere que la apoyen. Ellos dos que están en el bar tomando un café necesitan decirse ya lo que sienten. El chico que reparte periódicos por la mañana en tu universidad quiere que alguien valore su sonrisa un lunes a las 7 de la mañana a 4 grados de temperatura. Ese profesor que tanto odias, cuando llega a casa, se siente vacío porque no consigue que sus alumnos se den cuenta de cuánto desea que aprendan. Ese chico que tanto te gusta es el que por las noches no puede dormir y escribe poesía, palabras que nunca ha enseñado a nadie por vergüenza, palabras que te pondrían los pelos de punta y lágrimas en la cara. Tu amiga no te cuenta su mayor miedo en la vida porque teme que se haga más grande si lo pronuncia, cuando en realidad sólo se haría más pequeño. Esa persona que te daba siempre los buenos días y que ahora parece otra, en realidad es sólo que tiene miedo, tiene miedo de sentir y tiene miedo de arriesgarse a ser feliz.

El portero de tu casa, el violinista del metro, el conductor del autobús, la anciana que vive en el piso de abajo... todos tienen miedos, todos se sienten débiles ante sus fantasmas, y todos necesitan que alguien se les siente al lado y les diga "Todo va a salir bien, tú puedes todo y más".










No hay comentarios:

Publicar un comentario