lunes, 4 de febrero de 2013

Faltos de domingos soleados...


–¿Qué haces aquí sola, mirando llover por la ventana?

–Me preguntaba si se puede cambiar el mundo.

– ¿A qué te refieres con cambiar el mundo?

–A hacer que todo sea diferente, cambiarlo, hacerlo un lugar más bonito.

–Yo siento que cambio el mundo cuando te abrazo en la cama mientras miro como duermes, siento que cambio el mundo cuando te veo llorar y te cuento un chiste para que te rías y me abraces y me digas "Qué idiota eres". Y cuando creo que no voy a lograr algo y quiero renunciar, pero me obligas a seguir adelante hasta que al final lo consigo. Yo me siento un superhéroe cuando me llamas porque estás triste y te digo que me esperes, que estoy yendo a tu casa. También siento que tú cambias el (mi) mundo cuando me haces cosquillas y la que más se ríe eres tú, esa risa tan contagiosa que tienes. Y cuando son las 2 de la tarde y ya es hora de levantarnos de la cama pero no nos apetece, porque podríamos pasarnos allí una semana entera, como John y Yoko.  Tú cambias el mundo cuando me cantas una canción al oído, cuando te dejas la piel por verme sonreír cuando estoy mal. Los dos cambiamos el mundo cuando conseguimos enfrentarnos al mundo de ahí afuera, cuando ayudamos, cuando regalamos sonrisas a la gente, cuando no nos hacemos regalos carísimos, y sin hacer falta dinero nos regalamos lo mejor que tenemos dentro. Cuando se acaba la fiesta y nos quedamos solos, y te saco a bailar y nos tiramos así toda la noche. Cuando los domingos tristes se convierten en días soleados llenos de buena música, cine, caricias y helado. Cambiamos el mundo cuando no somos normales, cuando hacemos cosas que nadie hace, cuando no sabemos lo que hacemos y nos da igual, cuando nadie lo entiende, cuando hacemos locuras. Yo siento que cambiamos el mundo a cada minuto cuando estamos juntos.

–  Ojalá fueras real, sería perfecto sentir que puedo cambiar el mundo contigo.

Faltos de domingos soleados, todos congelados.

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