martes, 7 de julio de 2015

Sonrisas de primeros auxilios.


Me dijiste que te escriba todo lo que necesite y lo que piense, que ibas a estar siempre ahí, así que eso voy a hacer, porque sé que no mientes con esas cosas, te voy a escribir como quien le da su corazón en las manos a su ángel de la guarda porque es momento de que se lo cure.

Necesito urgentemente unos primeros auxilios de esos que sólo tú controlas, con esas caricias que sólo tú sabes dar y ese amor en el que sólo creo cuando me cuidas.

No va a ser la primera vez que mis lágrimas se apoyen en ti para que las mezas como a un bebé que no puede dormir porque el mundo le asusta demasiado. Pero probablemente cuando abras veas que es la primera vez que el corazón sangra tanto y está tan desfigurado... ni Mike Tyson soportaría ver la paliza. Y dicen que el amor siempre es bonito...

Pero sé que tú puedes curarlo, yo te ayudo.

Prometo escuchar cada indicación que me des como si fuera uno de los Mandamientos de un Dios en el que pueda creer.

Prometo abrir bien todos los poros de mi cuerpo y que las palabras lleguen bien hasta lo más profundo de mí, aunque duela, aunque escueza y me queje (Perdón por adelantado).

Te prometo de veras no darte nunca las gracias, porque eso sería algo muy pequeño y sin ningún sentido dentro de esta obra tan grande que haces operándome a corazón abierto.

Es tan banal... ¿Quién da las gracias a su ángel? A su ángel protector, guerrero, sanador, fabricante de sonrisas y mejores humores...
Como mucho, y es lo mínimo, te prometo que seré yo la que se ponga las alas y saque las fuerzas hasta de donde no existan cuando seas tú la que necesite entrar de urgencia en quirófano o respirar un poco de aire puro.

Porque hasta los ángeles necesitan un respiro de vez en cuando.
Pero joder... tus alas son tan fuertes.



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