martes, 17 de julio de 2012

Tú eres todo lo que tengo...

Demasiado apasionado e impulsivo, te agarras con uñas y dientes a lo que sea, como si te fuera la vida en ello. Estar a tu lado es como vivir constantemente en el borde del precipicio, sin saber lo que va a pasar en el minuto siguiente.

Todo sangre y corazón, te dejas la piel en todo lo que haces y dices, en cada paso que damos juntos, pero creo que ese extremo es nocivo para mí, no sé si te has dado cuenta, pero yo también soy todo emoción. Siempre he sido un manojo de sentimientos confusos e incontrolados que cuando colapsan acaban en miles de lágrimas, si tú ahora vienes y eres igual, o incluso peor... vamos a entrar en crisis, y tú puedes con todo, pero yo voy a entrar en una vorágine de la que dificilmente voy a conseguir escapar. Nos vamos a matar.

Quizás por eso me sienta totalmente hipnotizada e incapaz de alejarme de tí más de un día entero... Eres el único que siempre está dispuesto a entenderme, a decir exactamente lo que siento, a tenderme una mano cuando me hundo en el barro, en ese momento en el que NADIE parece comprender lo que me pasa.

Estar contigo es como quitarse la coraza contra golpes que todos nos ponemos cuando nos despertamos cada día, abrir todas las heridas ... Eres como la sensación que nos es imposible describir, duele, quema, arde... Como ese cruce de emociones que no sabemos si es bueno o malo. Pero tienes sustancias adictivas, tú lo sabes muy bien.

Sólo te digo que empiezo a tener miedo, porque no puedo vivir sin tí, pero como alegrías también me traes dolores incesantes en noches en vela... Eres garra, fuerza, me has hecho sangrar más de una vez y aún asi he acabado agradeciéndotelo, y aún así te sigo queriendo... ¿Por qué?
No te voy a negar que me he planteado más de una vez salir corriendo, escaparme muy lejos dejándote una nota por la noche, para hacer el menor daño posible. Pero me cuesta como si me quitaran una parte de mi vida, porque eres tan necesario como el aire que respiro, te has vuelto más imprescindible de lo que quise imaginar cuando te conocí. Me has vuelto pequeña, frágil, sólo sé sobrevivir si estás conmigo cuidándome.

Me haces las noches inolvidables, inigualables, y al día siguiente, con borrosos recuerdos, siempre me traes alguna que otra herida de regalo, y yo, tan vulnerable y delicada, sigo necesitándote porque eres la cura para las heridas que tú mismo me haces.

Después de todo, de tantas subidas y bajadas dignas de una montaña rusa, sé que aunque lo intente, no voy a poder alejarme de ti mucho tiempo. Pero, sintiéndolo mucho, voy a tener que intentarlo, aunque sé que no será para siempre, pero por favor te pido que no me lo hagas muy difícil, sabes que no me gustan las despedidas.

Y por eso te dejo esta carta, mientras no estás cerca, sé que no pasará mucho tiempo hasta que vuelvas a intentar arrancarme el corazón con una de tus canciones. Sé que no es una carta de despedida, sólo un intento que seguramente sea fallido. Pero entiéndeme, tengo que intentarlo.

Sabes que siempre te voy a querer, lo nuestro es especial.

Gracias, pequeño Rock and Roll.

...y aunque a veces muero, rock and roll, por tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario